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LAMINA 3 |
Dimensiones.
Calibre 21/2 Pulgadas
Longitud del tubo central 10
Pies
Longitud del cañón con su cureña 12 Pies
Pesos.
Del cañón (conjunto de los tres
tubos) 270 Libras
Del montaje (cureña) 280 Libras
Del cañón y cureña 550 Libras
El
proyectil.
Hemos podido hacer un estudio
detenido y completo del proyectil por habernos facilitado uno entero el
distinguido Capitán del Cuerpo D. Sixto Alsina (hoy Comandante), el cual
consiguió, siendo jefe del parque de Ciego de Ávila. Procede de los que los
insurrectos dispararon contra Arroyo Blanco (Sancti Spíritus) y que dejaron de
estallar. Refiérase a él la lámina 4. Este ejemplar es igual a otros 19 que
fueron cogidos al enemigo en las lomas de Pinar del Río por el General Obregón,
comisionándose al Capitán del Cuerpo D. Joaquín Mariné para que los recibiese
en Candelaria, depositándolos en la Pirotecnia de la Habana. Se compone de un
tubo de latón, cerrado por uno de sus extremos con una ojiva-espoleta y por el
otro con un tapón hueco, semiesférico, de aluminio, del que arranca una rabiza o
cola de tubería de hierro, en la que va sujeto un suplemento de aluminio,
formado por seis paletas helicoidales2. En el corte (lámina 4, figura
1) aparece la disposición en que van colocadas, dentro del tubo de latón, la
carga de gelatina explosiva y la de algodón-pólvora. Esta última está contenida
en otro tubo de menor diámetro de latón, unido a un casquillo que se atornilla
interiormente al cuerpo del proyectil, casquillo al que se atornilla también la
ojiva-espoleta. La cápsula detonante de fulminato de mercurio queda alojada entre
el algodón-pólvora y rodeada de un tubito de caucho.
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LAMINA 4 |
Dimensiones.
Diámetro del proyectil 0,062 m.
Longitud total del proyectil 0,910 m
Longitud del cuerpo cilíndrico 0,590 m
Longitud de la ojiva 0,078 m
Longitud de la cola o rabiza 0,320 m
Longitud del culote de aluminio 0,036 m
Pesos.
Del proyectil cargado 11
libras.
De la carga de gelatina explosiva 4 libras
De la carga iniciadora de algodón-pólvora
seco 6
onzas.
Del detonante de fulminato de
mercurio 30 granos.
Volumen del tubo cilíndrico que
contiene la carga 1,2 dm3
La
ojiva-espoleta.
Es de percusión, sistema parecido
al Pettman. (Lámina 4, figura 2) Dada la escasa velocidad del proyectil3
y la inseguridad de que su posición en la trayectoria sea regular, se conoce que
el inventor ha tendido a buscar una espoleta que sea muy sensible al choque, ya
que el proyectil caiga de cabeza o algo inclinado hacia un lado. Con ese mismo
fin, parece haberse procurado que la ojiva-espoleta sea muy pesada, al objeto
de que el proyectil caiga de punta, buscando esa posición en el descenso a
expensas de la diferencia de densidades entre la cabeza y la cola. Para
conseguirlo se nota que, así como la ojiva es de bronce con gran espesor, la
cola por el contrario tiene las partes esenciales de aluminio y huecas, cual
sucede también al tubo de hierro que la constituye. A pesar de todas esas
precauciones, hemos de ver que en la práctica del tiro de guerra dejan de
reventar bastantes proyectiles. Se compone la espoleta4 de un cuerpo
ojival A, hueco, de bronce, en el cual encaja un cilindro B, también hueco, formado
por dos trozos que se atornillan y que dejan espacio interior para servir de
alojamiento a una bala de acero E, la que sirve de percutor. En el cilindro B
hay labradas dos galerías circulares C y A, que contienen el tuétano o mixto de
la espoleta y que se comunican entre sí por tres conductos, repartidos en la
circunferencia y, a su vez, rellenos de polvorín comprimido. De la galería f parte un conducto que comunica con el
petardo h, cuya explosión se trasmite
a la cápsula de fulminato de mercurio, que, según antes dijimos, se coloca
entre el algodón-pólvora seco. El muelle de acero en espiral D empuja al
cilindro B hacia adelante, obligándole a mantenerse en la posición requerida,
sin que este cilindro pueda girar dentro de su alojamiento por impedírselo un
encastre lineal r que lo liga al cuerpo
ojival A.
Frente a la bala de acero E, y
adaptadas en pequeñas concavidades repartidas en una circunferencia, se notan
otras tres balitas e de acero, las que al recibir el choque de la bala E
percuten sobre tres cápsulas de fulminato de mercurio d que, al detonar, producen la inflamación del tuétano de la
galería circular C. Es decir, que se ha procurado que el percutor sea triple y
repartido a fin de que, ora caiga el proyectil de punta, ora choque de costado,
funcione la espoleta.
Pero la parte más original de este
artificio de guerra está en el fiador. Obedece a la idea de que de ningún modo
pueda actuar el percutor principal E hasta tanto que el proyectil no se halle
fuera del cañón y bien adelantado en la trayectoria. Al efecto lleva
atornillado el proyectil en la punta de su ojiva una pieza a, provista de concavidades helicoidales que la asemejan a una
pequeña turbina y que tiene un tornillo b,
el cual penetra en el cilindro B y se enrosca en la tuerca móvil c. Esta tuerca no puede girar por
impedírselo una varilla V, fija a ella, y que encastra en una ranura labrada en
el metal del cilindro B, mas sí puede moverse avanzando hacia la punta del
proyectil.
Modo
de funcionar la espoleta.
Cuando el proyectil sale impulsado a
la atmósfera, el aire acciona sobre las paletas helicoidales de la turbina a,
la que toma movimiento de rotación en el sentido de libertarse de la tuerca c, hasta que por el giro continuado se
desprende del todo y cae. La tuerca c
queda entonces embutida en el espacio cilíndrico que existe delante de ella,
sin estorbar ya nada el movimiento de la bala E. En estas condiciones, al producirse
el choque del proyectil contra el terreno o contra un obstáculo resistente, la
bala E percute contra las tres balitas e,
las que trasmiten la percusión sobre las cápsulas de fulminato y las hacen
detonar, dando fuego al tuétano de la galería C, la que lo comunica a los
conductos f y galería F de donde pasa
al petardo h, cuya detonación da
margen a que se produzca la de la cápsula de fulminato de mercurio que la
trasmite a la carga iniciadora de algodón-pólvora seco que es causa de la
explosión de la carga principal de gelatina explosiva5. Los
apologistas de esta espoleta aseguran que la turbina a y su tuerca móvil están
calculadas en relación con la velocidad del proyectil, de manera que se
desprenda el fiador cuando aquél se encuentre a 200 pies de la boca del cañón, dato
que parece inseguro, puesto que la velocidad angular de la turbina-fiador debe
variar mucho con las fluctuaciones de la velocidad del viento, de un día a
otro, y aun de uno a otro disparo. Los tuétanos de los tres tubos f que comunican el fuego a la galería
circular F, pueden ser de combustión lenta o viva, según se quiera que el
proyectil haga explosión en el momento del choque o cierto tiempo después de
producirse aquél. La descripción que hemos dado de la espoleta ojiva está tomada
de la que traen puesta los proyectiles cogidos al enemigo en Pinar del Río y de
la enteramente igual que tiene el ejemplar que poseemos cogido sin estallar en
Arroyo Blanco. Se deduce de la colocación y forma de sus piezas que debe funcionar
bien el percutor central E por la acción del choque, siempre que éste sea de
cabeza o con la ojiva hacia adelante; probablemente, en previsión de que esto
no se verifique siempre, presenta la espoleta otra particularidad señalable.
Consiste (figura 3, lámina 4) en un taladro que atraviesa el cuerpo ojival
principal, dentro del que va inclinada una pieza de hierro s que termina en una uña, destinada a engranar en una muesca m
labrada en la superficie exterior del cilindro que encierra el percutor. Si se
consideran engranando la uña y muesca referidas (como aparecen en la figura 3,
lámina 3) quedarían las diversas partes que componen la espoleta en la disposición
representada por la referida figura 3, explicándose entonces el papel que
desempeña el muelle espiral D, que tendría por objeto producir un choque de la
bala percutora E con las balitas e,
en el evento de que el proyectil en lugar de chocar de cabeza cayese de cola,
pues en ese caso, la influencia del choque rompería la uña que encastra con la muesca
m, y el muelle empujaría
violentamente hacia adelante a todo el cilindro que encierra el percutor, que
produciría el de la bala E con las tres balas pequeñas. Así se explica la razón
del muelle D, que de otro modo no hace falta para que la espoleta funcione por
choque directo de la ojiva. De todas maneras se evidencia que la espoleta es
fácil que funcione si cae el proyectil de cabeza y menos probable si lo hace de
cola.
El
cartucho compresor de pólvora sin humo.
Queda establecido que la compresión
del aire originaria del movimiento del proyectil, se realiza mediante la combustión
de una carga supletoria de pólvora sin humo que se coloca en el tubo de la
derecha (Lamina 3). Tal carga va contenida en un cartucho metálico de ignición central,
que representa la lámina 5. La pólvora sin humo que contenían algunos de estos cartuchos
cogidos a los insurrectos en los montes de Pinar del Rio, en unión de los 19 proyectiles
de que anteriormente hicimos mérito, es la cordita6, y consiste en una
pasta de color de caramelo, opaca, dura, laminada y cortada en cuadritos de 9 mm.
de lado, los cuales aparecen representados en la lámina 5. Cada cartucho lleva
6 onzas de esta pólvora7, previamente encerrada en un paquete de
papel parafinado; metido en el fondo de este paquete, en contacto con la cápsula
de fulminato, se adiciona un poco de pólvora negra para iniciar la combustión
de la pólvora sin humo. El casquillo presenta en la boca un ligero reducido, contra
el que ajusta una copa o dedal de latón cerrado por un extremo y de boca
acampanada por el otro, el cual parece dedicado a servir de émbolo para la compresión
del aire, evitando algún tanto que los gases salgan precipitadamente8.
En la cabeza, sólida y torneada, del cartucho se lee la siguiente marca de fábrica:
Winchester. A. Co. New-Haven Ct. U. S. A.
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LAMINA 5 |
Dimensiones.
Longitud total con el tapón puesto apretado 188 mm.
Longitud del cartucho sin tapón 154 mm.
Longitud del tapón (copa metálica) 60 mm.
Diámetro del reborde del culote 52 mm
Diámetro del reducido de la boca 47 mm.
Diámetro de la boca acampanada del
tapón 52 mm.
Carga de proyección
8 a 6 onzas de cordita.
Manejabilidad.
Al decir de las publicaciones de
los Estados Unidos (según datos facilitados probablemente por los inventores para
hacer propaganda) el cañón lleva en sí las condiciones que siguen:
- Puede ser arrastrado por dos mulos o bien
por 10 hombres.
- No da humos ni produce ruido en el acto del
disparo, de modo que no puede localizarse su situación por el contrario para batirlo
a las distancias de milla y media a media milla a que puede emplazarse.
- Puede fácilmente cambiarse de posición.
- Si está en peligro de caer en poder del
enemigo, puede quitarse el cierre y queda inservible, o bien inutilizar el tubo
central.
- Es fácilmente desmontable en piezas que luego
se arman con facilidad.
- El retroceso no excede de 2 pulgadas.
Desde luego se advierte que la 1 y 3
de esas condiciones son inherentes a las demás piezas de montaña y campaña, así
como la 4. Respecto a las demás, lo que nos falta por decir indicará hasta qué punto
se cumplen en la práctica.
Empleo.
Montezuelo, Artemisa,
Arroyo Blanco y Mayajigua.
En el mes de octubre de 1896,
publicó el New York Herald la noticia de que los insurrectos cubanos habían
desembarcado en la isla dos cañones de esta clase, uno de ellos en Pinar del
Río, costa N., destinado a las partidas de Maceo, y el otro en Las Villas, costa
S., para las partidas de Máximo Gómez, Calixto García y Pancho Carrillo9.
Cuatro veces ha sido aplicada desde entonces esta pieza por los que en Cuba
combaten contra España. Dos de ellas en la provincia de Pinar del Río, en los
combates de Montezuelo y de Artemisa, y otras dos en el Departamento central, en
los asedios de Arroyo Blanco y de Mayajigua, pueblos pertenecientes a la
provincia de Puerto Príncipe el primero y a la de Santa Clara el segundo, y
situados los dos en la línea divisoria de dichas provincias. Esos tres ensayos
han dado resultados nulos, y alguna vez mortíferos para los que aplicaban el
cañón, según vamos a demostrar con datos fidedignos, debidos a testigos presenciales
de los hechos y que han intervenido en ellos.
Montezuelo
Los batallones de Wad-Rás, San
Quintín y Cantabria, juntamente con dos piezas Plasencia de la 1a
batería del 5° Regimiento de artillería de montaña10, al mando del
Coronel de infantería San Martín, se hallaban acampados en la noche del 23 de
Septiembre de 1896 en las alturas que dominan al valle de Montezuelo, cerca de
Mantua, extremo occidental de la isla de Cuba y de la provincia de Pinar del
Río, cuando a eso de las nueve y media de la referida noche, una compañía
avanzada en la loma de la China empezó a ser hostilizada por los insurrectos. Iba
generalizándose el fuego de fusil, cuando, de pronto, nuestras fuerzas
sintieron una detonación grande que hizo pensar en que el enemigo traía algún
cañón, a la que siguió otra, sin poder apreciarse las explosiones de los
proyectiles que las ocasionaron, porque no se vieron. Hacía luna clara. Las dos
piezas de artillería, al mando del Capitán del Cuerpo D. Eduardo Tapia Ruano y Cisneros,
recibieron orden de pasar a emplazarse en la antes citada loma de la China,
desde donde se avisó que mucha gente con luces penetraba en el Valle11.
A las diez de la noche, al ponerse en movimiento las piezas del Capitán Tapia y
Ruano, se oyó el silbido especial de un proyectil grueso, que cayendo largo
hizo explosión sobre suelo de pizarra, recogiéndose más tarde varios trozos y
la espoleta enterrada en el embudo de 1 m. de diámetro en su parte superior y 1
m. de profundidad, que causó la explosión. Otro proyectil igual reventó,
también largo con relación a nuestra artillería, cuando ésta subía ya la loma,
produciendo en tierra caliza un embudo de 1'5 m. de diámetro superior y 1 m. de
profundidad. Rápidamente tomaron posición en la loma de la China las dos piezas
de montaña, y cómo los contrarios tiraban muy cerca, rompieron fuego con bote
de metralla y después con granada de metralla hacia el blanco que las luces
presentaban. Desde entonces no volvió el enemigo á tirar más cañonazos y poco
después cesó asimismo su fuego de fusil. Se observaron las circunstancias que
vamos a expresar:
El ruido del proyectil en la
trayectoria parecía al que produce un cohete grande. Las explosiones de los
proyectiles no causaron ninguna baja en nuestras tropas ni les produjeron la menor
impresión, mediando el detalle de que los heridos que tuvimos fueron de bala de
fusil12. La distancia a que colocaron los insurrectos el cañón de
dinamita no llegaba a 1.500 metros del punto de caída de los proyectiles, según
se pudo notar en posterior reconocimiento. Los campesinos aseguraron que el
cañón lo transportaban en una carreta. Al día siguiente, 24 de septiembre,
continuó el fuego por ambas partes, sin que volvieran a hacernos ningún disparo
de cañón. No pudo aquí aportarse ningún dato acerca de si se veían los
fogonazos, porque los dos primeros disparos los hizo el enemigo por sorpresa,
emplazándose, tanto durante ellos como cuando tiró los otros dos, cubierto por
los accidentes del terreno y dejando de disparar en cuanto nuestra artillería
se colocó en posición, en forma de poder descubrirlos.
Artemisa13.
Eran las diez de la noche del 22 de
octubre de 1896, cuando rompieron los insurrectos fuego sobre Artemisa con un cañón de dinamita,
el mismo que habían empleado en Montezuelo. Colocaron el cañón en un palmar que
existe al SO. de la población, frente a uno de los vértices del paralelogramo,
que aproximadamente forma su perímetro exterior, buscando así, sin duda, la
desenfilada de los fuegos de las baterías de Choritoquieta y Paso de Nivel, a la
primera de las cuales restringían los edificios el tiro hacia aquel lado, en
tanto que espesa manigua intermedia ocultaba a la segunda la vista del palmar.
La batería de Choritoquieta se componía de dos piezas Krupp de tiro rápido de 7'5 cm. y
una ametralladora automática de 7 mm. sistema Maxim, al mando del Primer Teniente
del Cuerpo D. Eustasio Amilivia Calveton (11 Batallón de Cuba), quien al sentir
la explosión del primer proyectil, salió a observar la situación del enemigo,
consiguiendo percibir a la tercera o cuarta explosión un pequeño fogonazo sobre
el palmar, y no pudiendo tirar a aquel punto desde la batería, sacó fuera una
de las piezas de 7'5 cm. y rompió el fuego. Debió ser éste eficaz, desde luego,
porque el enemigo cambió enseguida el emplazamiento del cañón de dinamita, más
al S., en busca siempre de conveniente desenfilada, más el oficial citado
marchó con una pieza y la ametralladora a situarse al S., fuera de la trinchera
que bordea al pueblo, dejando las municiones detrás del muro aspillerado y
rompiendo de nuevo el fuego, mientras dos compañías de infantería del batallón
de Castilla lo hacían por descargas, y otras fuerzas pertenecientes a los batallones
de Isabel la Católica, Garellano y San Marcial, Ingenieros, Guardia Civil y
Voluntarios. El regimiento de caballería del Príncipe acudió enseguida al fuego
desde su campamento del cercano ingenio Pilar, saliendo para la línea poco
después. La comandancia militar del pueblo la ejercía el Coronel Castellari, de
infantería.
Componían la batería del Paso de
Nivel dos cañones Krupp de tiro rápido de 7'5 cm.14 al mando del
Primer Teniente D. Alfonso Suero Laguna (11 Batallón de Plaza, Cuba), el cual,
enterado de la situación del enemigo, rompió el fuego, orientando la puntería a
través de la manigua15. Los insurrectos dispararon sobre Artemisa 32
proyectiles torpedos de los ya descritos desde una distancia aproximada de
1.100 m. en dirección de las piezas del Teniente Amilivia, la mayor parte sin
que las explosiones alcanzasen al personal ni al material de nuestra
artillería, ni a un solo soldado de nuestra infantería. De estos 32
proyectiles, a excepción de seis que cayeron en dirección de la batería del
Paso de Nivel, los demás hicieron sus impactos en la antes mencionada
alineación con la batería de Choritoquieta, en un espacio de 300 x 300 m.,
quedando sin estallar siete de ellos. Los demás que reventaron lo hicieron casi
todos en aquella parte Oeste de la población, formada por bohíos y casas de
tabla, causando nueve muertos y 21 heridos, todos ellos habitantes pacíficos,
hombres, mujeres y niños. Las explosiones producían en el terreno embudos de un
metro de profundidad y algo más de 1 m. de diámetro en la boca, y cuando caían
sobre casas de guano16 y tabla las descobijaban, desguazando la
tablazón vertical. Entre disparo y disparo tardaba el enemigo unos 7 minutos,
viéndose de cuando en cuando fogonazos apagados, y sintiéndose el ruido del
cañonazo semejante al de un barreno que trabaja al interior, esto es, sordos
pero muy perceptibles. No hay duda que la posición del cañón de dinamita fue pronto
descubierta por nuestros apuntadores; no sólo lo comprueba lo rápidamente que
variaron de emplazamiento, sino el reconocimiento del siguiente día, en el que
pudo deslindarse claramente el lugar en que los insurrectos habían colocado la
pieza, notándose alrededor, sobre los troncos de las palmeras, señales de los
balines de las granadas de metralla y de las balas Mauser de nuestra
infantería.
Arroyo Blanco.
Enclavase este pueblo en la
provincia de Puerto Príncipe, casi tocando a la de Santa Clara, allí por donde
nace el río Jatibonico, que las divide. El terreno cercano es montuoso y
dominante, sobre todo por el E. y el N. No era la que va a ocuparnos la primera
vez que los insurrectos atacaban a Arroyo Blanco, teniendo, según se asegura,
gran empeño en tomarlo para vengarse de la muerte del cabecilla Serafín Sánchez
ocurrida en un combate con nuestras fuerzas, cabecilla que era natural de aquel
pueblo y que en él tenía familia. Las defensas consistían en 10 fuertes, entre
los cuales estaban repartidos 200 hombres del batallón de Alfonso XIII,
mandados por el valiente Capitán de infantería D. Federico Escobar17.
Antes del ataque al poblado, el cabecilla Máximo Gómez dirigió intimaciones de
rendición al Capitán Escobar, quien contestó con la más enérgica negativa,
poniéndose enseguida a abastecer los fuertes y preparar la defensa.
El día 27 de enero de 1897, a las
seis de la mañana, rompió el enemigo fuego de fusil contra los fuertes
exteriores, y el día 28 sonó el primer cañonazo contra el fuerte Factoría. El
proyectil cayó corto, haciendo explosión en el patio de una casa y produciendo
un embudo en el terreno. Sus únicas víctimas fueron unas cuantas aves de corral
que en el sitio había. Contra aquel fuerte hicieron aquel día otros dos
disparos, sin que ninguno diera en el blanco.
Cambiaron entonces los insurrectos
de objetivo y eligieron otro fuerte opuesto al anterior, señalado con el número
3, contra el cual lanzaron siete proyectiles, de los que uno pasó por encima
del fuerte, dio en tierra sin estallar, y llegó, de rebote, a caer en un
platanal cercano. El sexto disparo de este día fue el que mayor efecto produjo,
pues dio en el fuerte sobre el cubrecabezas, hizo explosión y destrozó el techo
y desunió la trabazón del maderamen, viniendo a tierra el frente que recibió el
proyectil. En la guarnición del fuerte sólo resultó herido por esta explosión
un cabo, si bien al pronto quedaron atolondrados los soldados por causa de los
gases y de la conmoción. El comandante del fuerte, Teniente D. José González
Seisdedos, lo desalojó y estableció su fuerza en el foso, con gran ardimiento,
siendo allí mortalmente herido de bala en el momento en que el enemigo parecía
disponerse a asaltar, después de un cuarto de hora de fuego rápido. Reemplazó a
este heroico oficial el Segundo Teniente D. Blas Sánchez, el que, cumpliendo
órdenes del Capitán Escobar, formó fuera del fuerte, durante la noche, una
trinchera de madera y tierra, donde se parapetaron algunos soldados. El séptimo
disparo de este día 28 hizo explosión fuera del foso, produciendo remoción de
tierras y ligeros efectos de conmoción en los soldados que en el foso se
encontraban.
El día 29, el enemigo emplazó la pieza
más cerca del fuerte, a unos 200 m. de él, haciendo otros siete disparos, dando
señales de intentar un ataque a viva fuerza, pero siendo siempre rechazado
cuando se atrevía a salir de los escondrijos en que se ocultaba. De estos siete
proyectiles estallaron seis aquí y acullá, en los platanales y solares, sin
producir ningún efecto, fuera de los embudos causados en el terreno de 1 m. de
anchura por 1 m. de profundidad; el séptimo proyectil no estalló y fue recogido
en la explanada inmediata al fuerte número 3. Hubo ese día un soldado muerto
por una bala que penetró por una aspillera.
El día 30 continuaron los
insurrectos el fuego de fusil tiraron cinco proyectiles con el cañón de
dinamita desde el frente del fuerte número 3 y en la cañada, sin dar ninguno en
el blanco. Por la noche retiraron el cañón á retaguardia, probablemente
convencidos de su inutilidad y ante la evidencia de que se aproximaba en
socorro de Arroyo Blanco la columna del Coronel Arjona. Continuaron aparatosas
demostraciones de fuerzas enemigas el 31, y el 1 de febrero llegó la expresada
columna, después de derrotarlos en el punto denominado Juan Criollo.
Relativamente al cañón, atestigua
el Capitán Escobar que lo ocultaban con una máscara cañonera de ramaje en la primera
posición y de piedra en la segunda; que debe componerse de varias piezas o tubos
y que hacían fuego sin cureña , amarrándolo a grandes troncos; que cada disparo
se oía claro y distinto con un sonido sordo y prolongado, con escaso fogonazo;
que el proyectil se distinguía y veía bien durante la trayectoria, marchando
con muy pequeña velocidad y produciendo un ruido parecido, pero algo más pronunciado,
que el que origina en el aire una bala de fusil cuando va atravesada, y que en
lugar donde la pieza estuvo establecida para hacer fuego se encontró un palo de
unos 4 m. de longitud, que tenía en un extremo, en vez de feminela, un trozo de
cuero y trapo tiznados.
Resumiendo; los insurrectos hicieron
22 disparos con el cañón Sims-Dudley contra los fuertes y el poblado de Arroyo
Blanco. La guarnición de 200 hombres y estación heliográfica comprendida, sólo
tuvo en los cinco días de ataque un oficial y un soldado muertos, un cabo
herido y algunos contusos; de estas bajas únicamente se debió al cañón de dinamita
la del cabo herido. Bien puede decirse que este hecho es uno de los más gloriosos
de la actual campaña, mereciendo también consignarse especialmente la conducta
valerosa de los ingenieros encargados de la estación heliográfica, que
establecida en lo alto de un espeso monte avanzado, fueron objeto de continuo
ataque noche y día para que no comunicasen con Ciego de Ávila, sin desmayar un
instante y consiguiendo trasmitir el parte.
Mayajigua.
En el New York Herald, del 17 de
Marzo de 1897, aparece una carta fechada en el campo insurrecto y firmada por
el corresponsal de aquel periódico George Bronsson Rea, «Los barracones Near
Iguará. District of Sancti Spíritus. Cuba. Febrero 22, 1897», que contiene interesantes
datos acerca del cañón de dinamita y de sus resultados en el ataque contra el
poblado de Mayajigua, perteneciente a la provincia de Santa Clara, lindando con
la de Puerto Príncipe, sobre el río Jatibonico.
Explica Bronsson cómo los
insurrectos tenían un cañón de dinamita en Pinar del Río, de cuyo manejo estaba
encargado el titulado mayor Villalón18, y otro en Las Villas a cargo
del titulado mayor Fredericks, el que ha sido origen, agrega, de continuos
peligros para los que lo manejan. Apuntemos, ante todo, que Mayajigua, cuando a
principios de diciembre de 1896 sufrió el asedio de los insurrectos, era un
pequeño poblado de casas de madera y gitano, defendido por tres fuertes, que en
total sumaban 48 hombres de guarnición al mando del Primer Teniente del
batallón de Borbón Sr. García Fanjul, quien se portó admirablemente, rechazando
con desdén las intimaciones, no obstante tener enfrente fuerzas cincuenta veces
mayores de las partidas reunidas de Pancho Carrillo, Pepe González, Nicasio Mirabal
y otros de menor importancia. Varios días persistió el ataque, y durante ellos,
dispararon los enemigos de España 12 proyectiles del cañón de dinamita, sin
lograr otra cosa que derrumbar dos de aquellas destartaladas casas, reventando
al fin un proyectil en la boca de la pieza que produjo su inutilidad y les
causó varios muertos y heridos. También allí dejaron de estallar algunos proyectiles,
y también allí, como en Arroyo Blanco, los insurrectos levantaron deprisa el
asedio al acercarse las columnas que los batieron19.
Pero dejemos hablar al corresponsal
del Herald. Dice Bronsson, que el proyectil explotó en la boca del cañón,
matando a dos de los sirvientes, nombrados Florace Williuski y Marie Armand
Guerin e hiriendo a ocho más. El Mayor Fredericks, que era el que apuntaba y
descargaba, fue arrojado por la explosión a más de 15 pies de distancia, y
asegura que el cuerpo de Williuski, quedó de tal modo destrozado, que el mayor
pedazo era una mano. El tubo central se hizo añicos hacia la boca, habiendo
sido preciso recortarle 18 pulgadas. Antes de este desastre, el alcance de la
pieza era lo menos de media milla, mas después quedó limitado a unas 300 yardas20.
La causa de la explosión se
atribuía a que una bala Mauser hubiese chocado contra la punta del proyectil en
el momento en que éste salía de la boca21. Yo, añade Bronsson, no he
podido ver ni examinar los mecanismos, así que no puedo dar otras
explicaciones. Pregunté a Carrillo dónde podría encontrar á Fredericks ó
Hungtington, y me contestó que se hallaban a más de 40 millas de distancia. Mas
ya había sido previamente informado por los partidarios, de que Fredericks se encontraba
a unas 9 millas, en medio del monte, arreglando el cañón, de lo cual colegí que
la respuesta de Carrillo tenía por objeto desorientarme. El Capitán Hungtington
y el Mayor Fredericks, los dos americanos, encargados de la pieza y del pelotón
que la servía, estaban considerados por los insurrectos cubanos, como hombres
bravos, pero este accidente les inspiró tal desconfianza, que ahora no hacen
fuego sin colocarse ellos bajo la protección de un segundo atrincheramiento, á
30 yardas á retaguardia.
El Capitán Hungtington dice: «Won't
trust any infernal gun that goes off at both ends.» (No me fiaré de ningún infernal
cañón que dispara por ambos lados).
Juicio
crítico.
Para los expertos, para los
oficiales de Artillería, no es ciertamente necesario puntualizar los defectos
del cañón de dinamita, porque del examen de sus condiciones y de los datos
expuestos, resulta evidente su escaso valor práctico, sobre todo si ha de
emplearse en campo abierto. Añádase que en esta guerra de Cuba, los insurrectos
no se han atrevido a presentar nunca, ni esa pieza ni otras pocas de tiro
rápido que lograran introducir, frente a nuestra artillería de montaña,
valerosa y sufrida, cuya historia merece grabarse en páginas de oro. A lo más a
que se decidieron fue a hacer algún disparo como en Montezuelo, cesando el
fuego en el instante en que nuestras piezas empezaron el suyo, sin aceptar el
reto, o bien esquivando en la obscuridad de la noche los efectos de nuestros
proyectiles, cual ocurrió en Artemisa aunque sin lograrlo, y más frecuentemente
eligiendo poblados y fuertes sin artillería, para intentar reducirlos por el bombardeo,
ejemplo que ofrecen Arroyo Blanco y Mayajigua22, dando brillante
muestra de heroísmo.
Con el cañón de dinamita abrigaron
la esperanza, al igual que aconteció con las balas explosivas23 de
uso prohibido y por ellos empleadas, abrigaron la esperanza, decíamos, de que
iban a introducir en los soldados españoles el terror, resultando fallidas esas
ilusiones, cosa por demás prevista, tratándose de tropas que nunca sintieron el
miedo, ni se arredraron ante las mayores dificultades, ni cedieron al anárquico
influjo de la dinamita, que también profusamente fue aplcada por los
insurrectos contra trenes de viajeros pacíficos y contra edificios y fábricas
de azúcar, en otra época emporio de riqueza.
El resumen del tiro del cañón de
dinamita, en los hechos de armas que, bajo el punto de vista artillero hemos
descrito, es como sigue:
|
PROYECTILES
DISPARADOS
|
CAYERON SIN EXPLOTAR
|
EXPLOTARON DENTRO DEL CAÑÓN
|
MONTEZUELO
|
4
|
|
|
ARTEMISA
|
32
|
7
|
|
ARROYO
BLANCO
|
22
|
2
|
|
MAYAJIGUA
|
12
|
2
|
1
|
TOTAL
|
70
|
11
|
1
|
Dedúcese de aquí, que más del 17%
de los proyectiles-torpedos no respondieron, ya por no hacer explosión, ya por
reventar dentro de la pieza inutilizándola. El número de los que dejaron de
funcionar y que han sido recogidos, es la más clara demostración de la poca
confianza que el sistema ofrece. Y en otro género de consideraciones tenemos,
que el proyectil sólo una vez dio eficazmente en el blanco a que se dirigía
(fuerte número 3 de Arroyo Blanco), ocasionando entonces un solo herido de la
guarnición del fuerte, único de nuestras tropas producido durante los 70
disparos, pues si bien en Artemisa causó el fuego del cañón de dinamita nueve muertos
y 21 heridos, fueron éstos de los habitantes pacíficos que ocupaban las casas,
desplomadas por las explosiones de los proyectiles que caían sin ton ni son. Esta
falta de justeza en el tiro, ya la consigna Bronsson Rea en la correspondencia
publicada por el Herald de que hemos tomado algunos párrafos, pues en ella se
lee que «el mayor defecto del cañón, es carecer de aparato de puntería; se
aplicaba la escuadra para apuntarlo, pero hacer blanco resultaba siempre una
verdadera dificultad», frases que no cogerán de nuevo a ninguno que conozca
rudimentos de balística, puesto que con tan inseguras presiones y tan pequeñas
velocidades y sin rayado, poco puede hacerse24.
La rotación del proyectil en la
trayectoria debe ser muy débil, y en prueba de ello puede citarse que uno de
los proyectiles recogidos en Arroyo Blanco sin estallar, y que según se refiere
pasó la tablazón vertical de una casa, presenta abolladura longitudinal y algo
inclinada a lo largo de una generatriz, y otro de los recogidos en Artemisa, se
evidencia que cayó de cola, pues sólo ésta se halla torcida y presentaba en el
extremo señales del choque con la tierra colorada que formaba el suelo. De
modo, que ni aun contando con que el proyectil obture perfectamente el tubo
central, merced a la adición de uno o dos anillos de cuero que se le adosen,
puede garantizarse que las paletas helicoidales de la cola o rabiza basten para
que se produzca la rotación rápida y segura.
Pueden, de todo lo expuesto,
sacarse las conclusiones lógicas que siguen:
- El cañón de dinamita no es práctico
en la guerra tal como hoy lo conocemos, pues ni posee las condiciones balísticas
de alcance y precisión, ni siquiera ofrece la seguridad personal de los
artilleros que lo manejen.
- Que nunca podrá ponerse enfrente,
ni aun de noche, por sorpresa, de la artillería de campaña o de montaña, porque
será pronto descubierto y destrozado, ya que si bien el fogonazo es reducido no
lo es tanto que se escape a la vista perspicaz de artilleros instruidos.
- Sus efectos sólo cabe apreciarlos
en relación al que produce una carga de explosión fuerte, que se hace llegar a un
sitio indeterminado, ni poder precisar si herirá a seres indefensos o a los
mismos que la disparan, mas contra tropas atrincheradas o formadas pueden considerarse
nulos.
- Que pudiera tener alguna aplicación
como lanza-torpedos a bordo de pequeños barcos, por más que para este objeto
sería preciso perfeccionarlo, y es mucho más preciso y fijo el sistema Zalinski
o cualquiera de los que están en uso en las escuadras.
- Que al igual del referido sistema,
aunque sin poder llegar a sus buenas condiciones, pudiera servir para la defensa
de canales estrechos en las radas próximas a los grandes puertos militares.
- Que la parte más original del
sistema es el proyectil, y sobre todo su espoleta, por lo que se refiere al
triple percutor y al fiador especial, pues en cuanto a su eficacia, ya se ha
visto que muchas veces no dio fuego a la carga explosiva.
NOTAS
(1) Realmente el cañón Zalinski
tiende a lanzar sin riesgo grandes cantidades de explosivos fuertes, pues, en
cuanto a las cargas más reducidas, existen hoy proyectiles de trazado especial
capaces de contener sin peligro algodón-pólvora. Después de las experiencias de
Von Forster, puede decirse que todas las artillerías tienen de dotación el
proyectil-torpedo para los obuses y morteros rayados. Entre las experiencias
recientes pueden citarse las del proyectil Bakewell, en Indian-Head, diciembre
de 1896, el que se carga con gelatina explosiva, haciendo que se solidifique
dentro del proyectil. Asimismo es de época reciente el empleo de un cañón
especial, sistema Hurst, cuya característica consiste en obtener moderadas
presiones, merced al empleo de dos cargas separadas que se inflaman una después
de otra. La primera carga daba al proyectil 122 m. de velocidad, la que crecía a
762 m. con la segunda; mas parece ser que los primeros ensayos no han sido satisfactorios:
continúan estos en Indian-Head, al decir de las revistas extranjeras. Las
cargas múltiples fueron ideadas hace bastantes años por Lyman Haskell, haciéndose
algunas pruebas con un cañón especial en los Estados-Unidos, donde tuvimos
ocasión de examinarlo
(2) En la Exposición Internacional
de Chicago de 1893 se presentó un trazado de proyectil de seguridad para
disparar explosivos fuertes, bajo el nombre de Dudley dinamite aerial torpedo,
que no es otro que este que nos ocupa.
(3) Los datos de The Engineer le
asignan 1000 pies por segundo y un alcance de milla y media, pero según se
deduce de los casos de empleo práctico que más adelante señalaremos, puede
asegurarse que ni la velocidad ni el alcance llegan a esas cifras.
(4) El New-York Herald la titula
espoleta Merriam.
(5) La gelatina explosiva
alcanforada con que están cargados estos proyectiles, es un compuesto químico
de nitroglicerina y algodón-pólvora comprimido (colodion). El alcanfor tiene por
objeto hacerla más inerte y su proporción suele variar de 4 a 10 por 100, A 40º
pierde el alcanfor y se hace más sensible.
(6) Entre los explosivos que fabrica Nobel están
la balistita y la cordita, que son combinaciones de nitroglicerina y
nitrocelulosa.
(7) The Engineer hace ascender esta
carga a 8 onzas.
(8) Los cartuchos cogidos al
enemigo, vienen todos provistos de esta copa que enchufa en el reducido. No se ve
claro por dónde sale después del disparo, ni si hay que destornillar la cabeza
de adelante del tubo de la derecha para sacarla.
(9) Cuando el General de Brigada D.
Wenceslao Molins apresó en la boca del rio San Juan, cerca de Cienfuegos, un
desembarco de armas con nuestros cañoneros Contramaestre y Ardilla, entre los
efectos cogidos había una caja de cápsulas de fulminato, iguales a las que tienen
los proyectiles del cañón de dinamita cogidos en Pinar del Río. En este
apresamiento se distinguió por su arrojo nuestro Comandante D. José de Reyna,
en unión de los Tenientes de Navio Sres Carranza, y Bauza.
(10) La artillería de montaña ha
prestado eminentes servicios en la actual guerra de Cuba; tanto en el combate
hecho siempre a pequeñas distancias, como en las penosísimas marchas, operando
por secciones de a dos piezas y a veces por piezas aisladas, ha merecido los
elogios de los Generales y Jefes de columnas, siendo con frecuencia la salvación
de ellas.
(11) Después se supo que los
insurrectos venían conduciendo un desembarco de municiones que habían hecho por
las cercanías del cabo San Antonio, y que es considerado como uno de los
mayores que procedentes de los Estados Unidos han realizado.
(12) Correspondencias laborantes
publicadas en los Estados-Unidos afirmaban que nuestras tropas habían
experimentado gran destrozo por efecto del fuego del cañón de dinamita. Es completamente
falso.
(13) En la línea militar de Mariel a
Majana era Artemisa el centro principal y el lugar donde tenía su cuartel el
bravo y activo General Arólas, que mandaba dicha línea fortificada. El cargo de
Comandante de Artillería lo ejercía el entonces Teniente Coronel del Cuerpo D.
Salvador Díaz Ordóñez, buen soldado e ilustre inventor de cañones. También tomó
parte en la organización de la defensa el Comandante del Parque D. Cristóbal
Reyna, que lo era a la vez de la artillería de la plaza.
(14) Estas piezas de 7'5 cm. de
tiro rápido, sistema Krupp, son de montaña y se utilizaron en puestos fijos de
la línea del Mariel.
(15) La batería de campaña armada
con cañones de 57 mm. Nordenfelt, que mandaba el Capitán Menacho, también les
hizo algún disparo, pasando de orden superior a ocupar otro puesto de la línea
que se creyó amenazado, al entenderse que los insurrectos trataban de atraer la
atención sobre Artemisa para pasar la línea por otro sitio.
(16) Se da este nombre a una
especie de palma baja, con cuyas pencas se forma la techumbre de los bohíos o
chozas de los campesinos cubanos, por la que escurre perfectamente el agua.
(17) en esta cifra están
comprendidos algunos, pocos, soldados de ingenieros encargados de la estación
heliográfica.
(18) Ingeniero civil, cubano,
establecido en New-York.
(19) Consignamos las siguientes
frases de un testigo: «Las familias se fueron al monte ante el temor al
bombardeo, donde por la torpeza de aquella artillería fin de siglo, estuvieron más comprometidas.»
(20) Ha podido observarse, en
efecto, que en el asedio más reciente de Arroyo Blanco colocaron el cañón muy
cerca, lo que indica la prueba de la disminución del alcance.
(21) El destacamento de los fuertes
de Mayajigua tenía fusiles Remington y no Mauser. De todos modos es poco
admisible esa conjetura.
(22) Las piezas de tiro rápido de
los insurrectos a que nos hemos referido son de 4 y de 7'5 centímetros, y
fueron por ellos aplicadas, entre otros sitios, en Cascorro , Guaimaro , Fuerte
Zanja (Cauto), siempre contra pequeños destacamentos desprovistos de Artillería.
Una sola vez las aplicaron contra Jiguaní, provisto de una pieza Krupp de 8 cm.
al mando del cabo del 10º Batallón Manuel Feijóo Martínez, y la siguiente orden
general da idea de los resultados contraproducentes que obtuvieron.
«Orden general del Cuerpo del día
27 de Abril de 1897 en la Habana. = Enterado del comportamiento observado en el
combate contra los insurrectos y asalto de Jiguaní, el día y noche del 13 de
Marzo, por el cabo del 10º Batallón de Plaza, 6ª compañía, Manuel Feijóo Martínez
y artilleros a sus órdenes Agustín Joaquín Montaño, Benito Fernández Camacho, Dionisio
Ramos Iglesias, Miguel Jiménez Luna y José María Paredero , tanto en lo que concierne
al servicio y empleo de una pieza Krupp de campaña, como en las demás fases de
la lucha, conducta que ha merecido al Comandante Militar de aquel pueblo los más
laudatorios elogios, proponiendo como distinguidos de orden del General de la
Brigada a los expresados cabo y cinco artilleros, he creído oportuno consignar
el hecho en esta Orden general para satisfacción de los que en su modesta
esfera han sabido mantener en brillante lugar el nombre del Cuerpo. = El
Comandante General Subinspector, Aguilar. = Rubricado. = Es copia. = El Teniente
Coronel Secretario, José Sagarra.»
(23) Con motivo de unas operaciones
de campaña que efectuamos en Santiago de Cuba y Guantánamo , en Diciembre de
1896, tuvimos el honor de conocer al Coronel del Cuerpo don Wenceslao Farrés,
Comandante de Artillería del primer Cuerpo, quien nos dio la comisión de traer a
la Habana ejemplares de balas explosivas, sistema Exprés, de las que se usaban
en la caza de fieras, cogidas á muertos del enemigo. Creemos que fueron
remitidas al Ministerio.
(24) En los sistemas verdaderamente
pneumáticos, como el Zalinski, el alcance se regula por la presión del aire,
merced a una válvula especial (cut off), pero en éste ¿qué regulación puede
admitirse?
FUENTE MEMORIAL DE ARTILLERÍA
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