Artilleros, Artilleros, marchemos siempre unidos siempre unidos de la Patria, de la Patria, de la Patria su nombre engrandecer, engrandecer. Y al oír, y al oír, y al oír del cañón el estampido, el estampido nos haga su sonido enardecer. España que nos mira siempre amante recuerda nuestra Historia Militar, Militar, que su nombre siempre suena más radiante a quien supo ponerla en un altar. Su recuerdo que conmueve con terneza, dice Patria, dice Gloria, dice Amor, y evocando su mágica grandeza, morir sabremos, por salvar su honor. Tremolemos muy alto el Estandarte, sus colores en la cumbre brillarán, y al pensar que con él está la muerte, nuestras almas con más ansia latirán. Como la madre que al niño le canta la canción de cuna que le dormirá, al arrullo de una oración santa en la tumba nuestra, flores crecerán. Marcharemos unidos, marcharemos dichosos seguros, contentos de nuestro valor, y cuando luchando a morir lleguemos, antes que rendidos, muertos con honor. Y alegres cantando el Himno glorioso de aquellos que ostentan noble cicatriz, terminemos siempre nuestro canto honroso con un viva Velarde y un viva Daoiz. Artilleros, Artilleros, marchemos siempre unidos siempre unidos de la Patria, de la Patria, de la Patria su nombre engrandecer, engrandecer. Y al oír, y al oír, y al oír del cañón el estampido, el estampido nos haga su sonido enardecer. Orgullosos al pensar en las hazañas realizadas con honor por nuestra grey, gritemos con el alma un viva España y sienta el corazón un ¡viva el Rey!

sábado, 8 de diciembre de 2007

2ª disolucion del Cuerpo de Artilleria

1864 trae momentos de incertidumbre para el Cuerpo de Artillería. Vuelve a resurgir lo que se denominó la cuestión de la Escala Practica. Los Suboficiales alcanzaban el empleo de Capitán tras muchos años de servicio y la superación de una serie de pruebas.

Por entonces en varias publicaciones militares y en medios políticos se levanta la cruzada por la situación de éstos Oficiales, ya que no se les permitía el ascenso a Jefe. El argumento principal para dicho ascenso era que lo que les faltaba en preparación intelectual lo suplían con la experiencia acumulada a lo largo de años de servicio. Hay que aclarar que por entonces el Cuerpo era Facultativo y los Oficiales tenían solo la procedencia del Real Colegio. Por otra parte los Oficiales Prácticos artilleros se comparaban con los de las demás Armas ya que con méritos y suerte se podía llegar de Soldado a General. Por citar un ejemplo así lo consiguió el General Prim.

Presidía el Gobierno Arrazola y la Dirección General de Artillería D. Fernando Fernández de Cordova, Marques de Mendigorria. Según el Marques, la clase progresista se aprovechó de la situación que atravesaban los Oficiales Prácticos y los Suboficiales del Cuerpo. Por otra parte el resto de la Oficialidad defendía la Escala Facultativo. El conflicto estaba servido.

El 4 de julio de 1864 por Real Orden se crean 7 plazas de Comandante de la Escala Practica, siendo estas para fiscales y encargados de las Cajas y Almacenes en los 5 Batallones Fijos y 2 en las Plazas de Melilla y Santoña. Además todos los Capitanes de las Secciones de Ultramar pertenecerían a la Escala Practica, tanto en las Antillas como en Filipinas.

Los Artilleros tenían costumbre de reunirse de antiguo en el Café La Iberia. El 7 de Julio de 1865 hervía de Jefes y Oficiales. Comentan entre ellos los daños que puede ocasionar la Real Orden de 4 de Julio de 1864 y deciden crear una Junta para que una comisión dialogue con Cordova y para poner en su conocimiento que de proseguir esta situación solicitarían el retiro todos los Oficiales del Cuerpo. Cordova los apacigua prometiéndoles la creación del llamado Cuerpo de Tren.

Pero la semilla de la discordia estaba sembrada, desembocando en 1866 en los sucesos del Cuartel de San Gil.

Siempre que existe un descontento o una fricción, acuden a sacar tajada y azuzar el fuego de la discordia los de siempre, apoyados por el estamento de la Masonería. Se trataba de sumar el mayor numero de militares adeptos al movimiento, aprovechando para ésta ocasión las desavenencias existentes entre Facultativos, Prácticos y Suboficiales.

Ocupaba el Gobierno O`Donnell. La oposición trataba de combatir violentamente el programa del Gobierno de turno, hasta que la Reina retiraba su confianza y así sucesivamente llegando a crear un circulo vicioso.

El plan era que Prim entraría por Irun, entregando el mando de las Unidades a Espartero, siguiendo aquel a Zaragoza y Madrid, donde estaría todo ya resuelto.

En Madrid el entonces Comandante retirado Domingo Morriones intentaba ganarse a los Sargentos, prometiéndoles ascensos a aquellos que participaran en la sublevación. También contó Morriones con una circunstancia a su favor. Esta fue, en palabras de Vigon, “ el poco roce de los Oficiales con sus subordinados y el completo abandono de la contabilidad de las Compañías por los Capitanes en manos de los Sargentos 1º”.

Al final se decide poner fecha a la sublevación: El 22 de junio de 1866.

Entra en escena días antes para hacerse con el mando de la conspiración el Capitán de Artillería D. Baltasar Hidalgo de Quintana, sobrino de D. Joaquín Aguirre, político progresista y comprometido con la causa. Estaban comprometidas las siguientes Unidades de Artillería:

- 1º Regimiento Montado de Artillería.
- 5º Regimiento a Pie.
- 6º Regimiento a Pie.
- Regimiento a Caballo.

Se designa a Hidalgo para sacar a la calle los 3 Regimientos, ya que no se había logrado sublevar al 1º Montado. La orden era desarmar y encerrar sin derramamiento de sangre a los Oficiales presentes en las Unidades. Pero el plan no salió de la forma planeada.

Sorprendidos los Oficiales dormidos o reunidos en los Cuerpos de Guardia, nada pueden hacer ante la sorpresa del ataque. Entran en el Cuerpo de Guardia a la voz de “ el que se mueva es muerto”.

El Capitán Torreblanca responde desenvainando el sable, pero poco más pudo hacer, ya que cae muerto junto al Teniente Montoto y Martorell. El Coronel Puig logra escapar junto con el Subteniente Del Pozo. Este ultimo logra salir del cuartel, pudiendo avisar desde el Ministerio de la Gobernación de los sucesos que estaban ocurriendo. Mientras, en el patio, el Comandante Valcarcel, intenta en vano reducir a la obediencia a los sublevados, encontrando la muerte allí mismo. Al mismo tiempo, en el acuartelamiento del Regimiento Montado el Teniente Henestrosa sale al escuchar los disparos, siendo asesinado por el Sargento Pedro Bastarrica. Este Sargento permite la entrada al cuartel de los sublevados. En la avalancha cae muerto el Comandante Cadaval por una descarga de fusileria. El Coronel Puig logra entrar en el Montado, pero es reconocido por un Sargento de su Unidad y es rematado de un disparo en la sien.

No se han cumplido las ordenes que dio Hidalgo. Algo influyó en este incumplimiento, dando por cierto el odio de los Sargentos a sus Oficiales por los motivos expuestos con anterioridad.

Conscientes los Sargentos de lo terrible y espantoso de estos acontecimientos, salieron sin orden y en completa retirada de sus acuartelamientos, llevando la lucha a las calles, donde combatieron un total de 1200 hombres y 30 bocas de fuego, mas los paisanos que se les unían, hasta la cantidad de unos 5000. Pero repuestas las Unidades no sublevadas, al mando del Duque de la Torre, lograron que los exaltados retrocedieran hasta el Cuartel de San Gil, donde se libró uno de los combates mas duros de la jornada hasta reducir a los insurrectos.

El balance final fue de 200 muertos, 600 heridos y 500 prisioneros, la mayor parte de ellos del Cuerpo de Artillería.

Terminada la insurrección, Zabala fue a Palacio. Al preguntarle la Reina cuantos prisioneros había, éste contesto que más de 1000, a lo que ella repuso excitadísima: “ cúmplase la ley en todos, en todos, antes de amanecer”.

O`Donnell exclamó al enterarse que “ el no fusilaría a nadie: los tribunales juzgarían y fallarían”.

Y así fue. El 25 de junio fueron fusilados, después de los respectivos Consejos de Guerra, 21 Sargentos, el 27 lo fueron 19, el 30 fusilaron a 13 y más tarde a otros 13.


Las Leyes y las prácticas de los tiempos del absolutismo, determinaron hondísima división entre los Oficiales de Artillería y los Sargentos del mismo Cuerpo. Esta no fue dominada por el General Cordova y se llegó a los terribles sucesos del Cuartel de San Gil.

Los años pasaron y los liberales colocan en puestos de importancia a Hidalgo de Quintana.

El Gobierno de Ruiz Zorrilla decide nombrarlo Capitán General de Vascongadas. A su llegada a Vitoria se le presentan como es preceptivo todos los Jefes y Oficiales de la Plaza a excepción de los de Artillería. Estos últimos no podían olvidar su participación en los sucesos de San Gil y el gran protagonismo que tuvo Hidalgo. Contrariado por este acto de insubordinación, ordena Hidalgo que se le presenten los Oficiales del Cuerpo. El Brigadier Blengua, argumentando que salía de viaje a Madrid, incumple la orden y lo mismo hacen el resto de Oficiales, que se dan de baja por enfermos. Hidalgo indignado quiso arrestarlos en el Castillo de la Mota en San Sebastián, cosa que no consigue.

Para poder restablecer su honra, Hidalgo tramita su renuncia a su empleo y cargo, y así evitaría mas fricciones con sus “compañeros”. Pero no acaba todo aquí, el Gobierno decide darle un mando en Cataluña en el que no tuviera contacto con Unidades del Cuerpo de Artillería. La “cuestión de los Artilleros” estaba tomando graves proporciones, pues debido a este hecho los Artilleros juramentándose para obrar como un solo hombre, habían decidido solicitar la licencia absoluta. Se trata el tema en varios Consejos de Ministros. Preguntado en Gobierno en el Congreso por la “cuestión de los Artilleros”, dijo el Ministro de la Guerra: “La actitud del Cuerpo de Artillería no podrá ser un peligro para la libertad, ya lo he dicho antes, y por consiguiente, no lo será para el País. ¿Qué actitud tomará el Cuerpo de Artillería?. El Cuerpo de Artillería cambiará su organización, y los Oficiales dimisionarios serán reemplazados por otros Oficiales. Hay en el mismo Cuerpo de Artillería elementos excelentes para formar una excelente Artillería que combata siempre por la libertad, por el orden y por las leyes. Yo espero y creo, que desapareciendo del Cuerpo de Artillería todos los privilegios, que desapareciendo de él una organización antigua, que enlazándose y ciñéndose, como sucede en las demás Armas, los elementos populares y los elementos de más elevada jerarquía, se formará una Artillería tan buena como es la actual, pero que esté además identificada con las instituciones, y sobre todo no pueda ofrecer para el País ni para los representantes de la Nación ninguna sospecha de peligro”.

Todos los Diputados aplaudieron frenéticamente, siendo muchísimos los que se adelantaron al banco azul para estrechar la mano al Ministro. La cuestión quedaba reducida a que el Gobierno había conferido un Mando al General Hidalgo, sin que ello fuera imprudencia o provocación, puesto que los Artilleros no tenían motivo racional para no obedecer. Y habiendo obrado así el Gobierno, se encontraban frente a una insubordinación colectiva. Una vez más la semilla del odio estaba sembrada.

En la noche del 7 de febrero de 1873, firmó D. Amadeo el decreto por el que disolvía el Cuerpo de Artillería y lo reorganizaba en dos agrupaciones: La primera Facultativa (los procedentes del Real Colegio) y tendría a su cargo la Dirección y Servicios de Fabricas, Maestranzas, Real Colegio, etc. Y una segunda Practica, compuesta por los Regimientos y Secciones armadas, cuyo mando y plantillas se encomendaba a Jefes y Oficiales que no procedieran del Real Colegio, la llamada escala Practica.

El Real Decreto viene acompañado de otra serie de disposiciones, algunas de carácter interno:

- Se advierte al Capitán General de Cataluña que bajo ningún concepto el General Hidalgo de Quintana tenga bajo su mando Unidades de Artillería.
- Contentar a los Suboficiales tras las promesas que se les habían hecho.
- Que los Capitanes de las Compañías de los Regimientos, y tengan solicitada la separación del servicio, hagan entrega de ellas a los Sargentos 1º de las mismas.
- Se pondrá en posesión del empleo de Teniente, al Sargento 1º de cada Compañía y el de Alférez a los Sargentos segundos.

Y comentando a renglón siguiente: “ El Gobierno se ha visto en la dura necesidad de proceder de la manera que lo hace, para sostener el principio de autoridad, ante la actitud tomada por los Jefes y Oficiales de Artillería, desea al mismo tiempo cuide V.E. que no se mortifique la dignidad de aquellos a cuyo fin procederá con el tacto y prudencia que le sugiere su celo."

Por otra parte el Ministro Fernández de Cordova, mantiene una reunión en el plano distendido y afable con los Sargentos, explicándoles el prometedor porvenir que les esperaba, a la vez que les aleccionaba a obedecer a sus Jefes, solo si éstos actuaban con el respaldo del Gobierno. Cordova había conseguido su viejo propósito de dividir el Cuerpo en dos ramas, colmando sus aspiraciones personales a cambio de la ruina del Cuerpo y de sus compañeros.

La entrega de Mandos, como era de esperar, se realiza sin el menor altercado y sin incidente alguno, producto de la caballerosidad propia del artillero.

Es digno resaltar varios hechos:

- Al cerrarse la Academia como consecuencia del Real Decreto, y la consecuente baja de sus alumnos, no se duda en continuar la impartición de las clases en una Academia particular ubicada en un piso en la ciudad de Segovia.
- Como consecuencia de las licencias, muchos miembros del Cuerpo de Artillería pasaron penurias económicas. A tal efecto se creó un Fondo de Socorro por parte de la Junta, gracias al cual muchos Jefes y Oficiales que no disponían de otros ingresos que sus sueldos, pudieron hacer frente a esta situación. El Coronel Reyna, a la sazón presidente de la Junta, resume ésta acción con la siguiente frase: “...desde aquel instante, sacrificando mis ideas en aras del compañerismo, sólo pensé en los deberes que me imponía el espíritu del Cuerpo, la unión del mismo en tan criticas circunstancias más necesarias que nunca y la confianza de que era objeto.”

Pero la situación política no iba a permitir que durara mucho tiempo esta situación, había que buscar una solución a este difícil asunto. El Presidente de la República, D. Emilio Castelar, en un discurso pronunciado el 8 de septiembre dijo: “...se necesita que tengamos grandes Cuerpos Facultativos, grandes Cuerpos de Ingenieros militares, se necesitan grandes Cuerpos de Artillería. Es necesario, indispensable, que la ciencia venza al instinto, que la superioridad se imponga a la superstición, es necesario que la Artillería moderna, que combatió admirablemente en la Guerra Civil, combata ahora también.” Castelar quería a toda costa que se reingresara en el Cuerpo a los Oficiales que en su momento pidieron la licencia. Para lograrlo siguió los siguientes pasos:

- Vuelve a crear la Dirección General del Cuerpo.
- Reorganiza el Cuerpo por Decreto de 21 de septiembre, quedando como estaba con anterioridad al 7 de febrero.

En definitiva la actitud de los artilleros no era en el fondo sino una grandiosa y enérgica protesta contra las sublevaciones militares y contra el escándalo de alzarse con ellas las altas categorías del Ejercito.

El Cuerpo de Artillería había contraído una gran deuda moral con D. Emilio Castelar. El 6 de julio de 1908 se inaugura una obra en honor de Castelar de Mariano Benlliure, ubicada entre la Castellana y la calle General Martínez Campos. Entre otros detalles aparece en el monumento un artillero en el asiento del escudo de una pieza de artillería, en recuerdo de un hombre justo y bueno. El monumento fue erigido por suscripción nacional a iniciativa y agradecimiento del Cuerpo de Artillería.

En la etapa que sigue el Cuerpo de Artillería se dedica al trabajo profesional, táctico y científico. Pero transcurrirían 50 años y sería de nuevo víctima de la sinrazón. Vuelve a resurgir de las cenizas el tema de la “escala cerrada” y los ascensos por antigüedad.


Extracto conferencia Bicentenario RAAA 73.

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